Pedro Sánchez ha vuelto a abrir la boca, y como ya es costumbre, ha acabado pisándose la lengua. Esta vez ha anunciado que el Gobierno endurecerá los requisitos para la creación de universidades privadas, porque —según él— muchas no son más que “máquinas expendedoras de títulos”. A estas alturas, lo que cuesta entender no es la medida, sino el descaro.
Porque, claro, uno podría pensar que habla desde la experiencia. Y no iría desencaminado: Sánchez estudió en el Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial —una institución privada con nombre de seminario y aspecto de convento de lujo— y luego sacó su doctorado en la Universidad Camilo José Cela, también privada. Esa misma tesis doctoral que desapareció misteriosamente durante un tiempo y que, cuando reapareció, parecía más bien una recopilación de apuntes de academia de verano.
Pero la hipocresía no acaba ahí. El Gobierno está lleno de ministros con títulos sacados de las mismas universidades que ahora desprecian:
-
Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, salió de la Universidad de Deusto, privada y jesuita. Pero ya sabemos que aquí se perdonan todos los pecados, si se dicen con traje.
-
José Manuel Albares, ministro de Exteriores, también hizo sus pinitos jurídicos en Deusto.
-
Elma Saiz, ministra de Inclusión, estudió y se especializó en la Universidad de Navarra, del Opus Dei. Porque claro, ¿qué hay más proletario que una universidad de élite religiosa?
-
Jordi Hereu, ministro de Industria, pasó por ESADE, la escuela de negocios donde el capitalismo se enseña con PowerPoints y se digiere con vino caro.
Y por si a alguien le quedaban dudas de que esto era un sketch, apareció la vicepresidenta María Jesús Montero para rematar la faena: “Las universidades privadas son una amenaza para la clase trabajadora”. Dicho esto, en una rueda de prensa, sin que se le moviera un solo pelo, como si no tuviera al Consejo de Ministros lleno de titulados premium pagados a precio de matrícula y beca cero.
Así que sí, Pedro. Ahora entendemos por qué te molestan tanto esas universidades privadas. No es que regalen títulos… es que tú eres la mejor prueba de ello.