Bien, aquí nos encontramos, en pleno debate sobre la epístola más controvertida del año: el voto por correo. ¿Quién iba a pensar que un sobre tendría más poder que un superhéroe en pijama?
Este jueves es la última llamada para pedir el voto por correo para las elecciones generales. Es como la última vuelta en una carrera de galgos, con un solo sobre en juego. Y una vez que lo pides, ya no puedes cambiar de opinión. Es como pedir un filete en un restaurante, y cuando llega, quieres pasta. Pero, amigo, lo pedido, pedido está.
Por supuesto, esta saga no estaría completa sin un buen villano. Nuestro amigo Alberto Núñez Feijóo, en un mitin en Murcia, hizo un llamado a los carteros. Ah, sí, a esos héroes en shorts y calcetines altos, a quienes les pidió repartir todo el voto antes de que acabe el plazo. ¡Imagínate! Como si fueran mozos de almacén en plena temporada de rebajas.
Los socialistas, como buenos caballeros andantes, han salido en defensa del sistema, alegando que las palabras de Feijóo ponen en duda la integridad de todo. Mientras tanto, Correos se pone el sombrero blanco, defendiendo que el voto postal es una fórmula garantista. Incluso han ampliado los horarios de sus oficinas hasta las diez de la noche. ¡No digas que no te lo puse fácil!
En otro capítulo de esta telenovela política, la Junta Electoral Central abre expediente a Pedro Sánchez. ¡Hombre, si es que no puede uno presumir de sus logros y criticar a PP y Vox desde Bruselas sin que le abran un expediente!
Para concluir esta saga, Coalición Canarias vuelve a gobernar en las islas con el apoyo del PP, aunque fue el PSOE quien recibió más votos. Es como quedar segundo en un concurso de tortillas y, aún así, llevarse el premio. ¡Ay, la vida es dura!