En un mundo donde el sensacionalismo y la hipocresía reinan, ¿podríamos ver a Daniel Sancho en Gran Hermano VIP y a Luis Rubiales en prisión preventiva? Una reflexión sobre la sociedad actual y el poder del espectáculo.
Mientras me encuentro en el rincón más apartado de mi estudio, despierto del letargo que produce el monótono bombardeo de noticias que llegan de todas partes, un pensamiento cruza mi mente: “La televisión, ese gran teatro del absurdo donde todo es posible”. Visto lo visto en las últimas semanas, es fácil imaginar un escenario en el que las cadenas televisivas se atrevan a hacer un cambio radical: sustituir a Daniel Sancho por Luis Rubiales. Una jugada maestra, considerando que el público parece estar ávido de espectáculo y polémica.
Podría imaginarme a Sancho entrando en Gran Hermano VIP con su carácter inquebrantable, enfrentándose a retos y conviviendo con personalidades que ni él habría imaginado. Quizás encontraría allí la oportunidad de mostrar al público una faceta desconocida de sí mismo, o simplemente caería en las redes del show que tanto seduce a la audiencia.
Por otro lado, la idea de que Rubiales sea ingresado preventivamente en la cárcel de Surat Thani por 20 años y luego, quizás, se le juzgue en 2043, suena como una trama de película distópica. ¿Podría ser este el reflejo de una sociedad que condena antes de juzgar, que actúa impulsivamente antes de reflexionar?
No es raro pensar en tales escenarios, considerando que vivimos en una época en la que la hipocresía parece haberse erigido como la moneda de cambio en las redes sociales. Las opiniones extremas generan más ruido, y el ruido, a su vez, genera más atención. Es una espiral en la que el sensacionalismo prevalece sobre la verdad y la justicia.
Y mientras escribo esto, me pregunto: ¿qué nos depara el futuro? ¿Habremos llegado a un punto de no retorno donde el espectáculo supera a la realidad? O, por el contrario, ¿seremos capaces de reflexionar y rectificar el rumbo?