En un movimiento que solo puede describirse como un golpe maestro en la estrategia de “cuantos más, mejor”, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado la contratación de más de medio centenar de asesores científicos. Sí, has leído bien: cincuenta. Ni uno más, ni uno menos. La noticia ha dejado boquiabiertos a unos y levantando las cejas a otros, porque, después de todo, ¿Quién necesita tantos cerebros brillantes cuando ya tienes un montón de expertos opinando en Twitter gratis?
Sánchez, conocido por sus decisiones audaces y, a veces, inesperadas, ha decidido que la mejor manera de mejorar las políticas del gobierno es rodearse de mentes científicas. Estos asesores, aparentemente extraídos de los laboratorios más secretos del país, tendrán la misión de infundir un soplo de aire fresco y un toque de rigor científico en las decisiones del gobierno. ¿El objetivo? Hacer que la política deje de parecerse tanto a una temporada caótica de “La Casa de Papel” y más a un episodio meticulosamente planificado de “C.S.I.”.
La respuesta, al parecer, es: muchos. Con esta movida, Sánchez no solo busca fortalecer la base científica de sus políticas, sino también crear un ambiente donde los debates parlamentarios tengan la seriedad de una convención de astrofísicos. ¿Quién necesita discusiones triviales sobre economía cuando puedes tener una disertación sobre la teoría de cuerdas aplicada a la reforma laboral?
Pero no todos están convencidos. Los opositores argumentan que tantos científicos en la política podrían resultar en un gobierno que, paradójicamente, termine “perdiendo el bosque por los árboles”. Otros sugieren que Sánchez simplemente está reclutando a estos genios para asegurarse de que siempre haya alguien disponible para corregir la ortografía de los tweets oficiales.
España, famosa por su historia de artistas, poetas y, últimamente, por sus virales coreografías de TikTok, ahora puede añadir otra pluma a su sombrero: una legión de asesores científicos. Estos nuevos fichajes no solo representan un compromiso con la ciencia y la razón, sino también una nueva era en la que la sabiduría académica está a un simple clic de distancia para cualquier tema de estado, desde el cambio climático hasta la receta de la tortilla perfecta.
Para algunos, esta medida es vista como un intento genuino de Sánchez para modernizar y profesionalizar la gestión pública. Para otros, es simplemente una manera sofisticada de desviar la atención de problemas más urgentes, como la economía y la gestión de la pandemia. Sin embargo, no se puede negar que la idea de un gobierno asesorado por científicos tiene un cierto encanto, quizás hasta el punto de inspirar una nueva serie de Netflix: “El Gobierno de los Sabios”.
Solo el tiempo dirá si estos nuevos asesores científicos serán la clave para resolver los problemas del país o si se convertirán en otra línea en el currículum vitae del gobierno. Mientras tanto, los ciudadanos observan con interés y un toque de escepticismo, esperando que esta apuesta por la ciencia no termine siendo simplemente otra comedia de enredos políticos. Después de todo, en un mundo lleno de incertidumbres, lo único seguro es que un buen asesor nunca está de más… especialmente si sabe un par de trucos sobre física cuántica.
Entonces, querido lector, mantente atento y recuerda: en el reino de la política, como en el de la ciencia, lo único constante es el cambio… y, aparentemente, la contratación de asesores.