El último cóctel electoral deja al PP ganador pero al PSOE disfrutando del sabor de la resistencia. ¿Será el trago amargo de Feijóo o la dulce sonrisa de Sánchez lo que predomina en el paladar de la política española?*
La resaca post-electoral. Es como despertarse tras una noche de fiesta, intentando recordar cómo acabaste con un flamenco inflable en el salón. Solo que esta vez, es la política española la que ha tomado un ‘chupito’ de incertidumbre.
El PP, liderado por Alberto Núñez Feijóo, tuvo su momento de gloria ganando las elecciones generales en España. Pero, cruel es el destino: la resistencia del PSOE ha dejado la fiesta en un intrigante suspenso. ¿Por qué? Bueno, aunque los populares llenaron su vaso con 136 escaños en el Congreso, Vox derramó un poco del suyo, pasando de 52 a 33 escaños. ¿El resultado? Un brindis que no llega a la mayoría necesaria.
Mientras tanto, el PSOE, a pesar de las predicciones de un brutal apagón en su fiesta, ha subido la música, ganando más votos y dos diputados más. ¿Quién necesita una bola de discoteca cuando tienes 122 escaños brillando, junto con los 31 que logró Sumar? Aunque Sánchez tiene más opciones de terminar la noche como rey de la pista que Feijóo.
Ahora, nuestro ‘DJ’ de la noche, Feijóo, insiste en que va a “abrir el diálogo para intentar gobernar nuestro país”. Sin embargo, sin una pista de baile llena de apoyo, su camino hacia La Moncloa parece un baile de pies torcidos.
Ahora bien, no olvidemos al gracioso de la fiesta: Sumar. Aunque no logró superar a Vox ni subir al podio de la tercera fuerza política, están bastante contentos sabiendo que el PP y Vox no pueden apoderarse de la pista de baile. ¿No es adorable cuando alguien disfruta tanto de la fiesta aunque no sea el alma de la misma?
Y finalmente, no hay fiesta sin un drama. Esta vez, el foco está en Junts, el partido de Puigdemont, que durante la campaña prometió no facilitar la investidura de Sánchez. Pero seamos realistas, ¿qué sería de una fiesta política sin un poco de incertidumbre y drama?
Entonces, mientras el PP se retira de la pista de baile con un amargo trago de realidad y el PSOE ríe desde su esquina con una copa de resistencia en la mano, nos preguntamos: ¿Quién controlará la música en la próxima fiesta de la política española?
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