Paiporta recibió una visita ilustre este domingo, casi digna de alfombra roja (o, en este caso, de lodo). Los Reyes de España, Pedro Sánchez y Carlos Mazón hicieron su entrada triunfal en este humilde pueblo valenciano. ¿El objetivo? Transmitir serenidad y un buen apretón de manos, a través de sus impecables guantes de cuero. No pasó mucho tiempo antes de que el ambiente, al igual que el suelo, se volviera resbaladizo. Alguien gritó “¡asesinos!” y, en segundos, volaron los palos, las botellas y, bueno, también un poco de barro. Porque nada dice “bienvenidos” como un buen puñado de lodo.
Una de las vecinas, Mercedes (nombre ficticio, pero indignación auténtica), se mostró algo confundida. “No entiendo la necesidad de que vengan. Me aporta más el abrazo de un vecino con una pala que el de la Reina en tacones,” comentó, con la misma franqueza con la que días antes había empezado a limpiar el lodo de las calles. A juzgar por los comentarios de Mercedes y otros habitantes, quizá se malinterpretó el concepto de “visita útil”.
El presupuesto que se destinó a la visita oficial incluyó despliegue policial, megafonía para instar a los vecinos a quedarse en casa y varios coches blindados que, desafortunadamente, no fueron lo bastante resistentes para sobrevivir la “tormenta” de objetos que los esperaban en Paiporta. Algunos cuestionan el costo del desplazamiento, opinando que, quizás, esos fondos habrían sido más efectivos si se hubieran convertido en, no sé, botas impermeables y palas para los vecinos. Pero no, la majestuosidad debía estar presente, y vaya si lo estuvo.
Mientras las autoridades intentaban mantener la calma (y sus zapatos limpios), Mercedes ya había armado un plan de contingencia: “¿No habría sido mejor darles una pala y que se pusieran los tres a quitar el barro?”, sugirió en voz alta. El rey y los políticos, imaginados en trajes cubiertos de lodo y sudor, sigue siendo una fantasía, pero, qué bonito sería. Para Mercedes y sus vecinos, las palas son el verdadero símbolo de liderazgo: cuanto más lodo quitas, más respeto ganas.
Las imágenes de la comitiva avanzando por calles cubiertas de lodo, escoltadas por un cordón policial y custodiadas desde los tejados, nos dejaron una estampilla digna de postal. Se podría hasta decir que era casi poético: el “Paisaje después de la Tormenta”. Voluntarios y vecinos, algunos con familiares que caminaban kilómetros solo para ayudar, observaban cómo la visita se disolvía en una nube de gritos y abucheos. Sánchez fue el primero en retirarse, seguido por el Rey, mientras Mazón continuaba tratando de mantener algo de compostura. La desbandada final de la comitiva nos enseñó que el barro, efectivamente, es más democrático de lo que parece.
A medida que las lluvias vuelven a amenazar y la alerta roja sigue activa, Mercedes, la vecina ficticia pero valiente, se mantiene pragmática. “Hay que tener paciencia. La violencia no lleva a ningún sitio,” reflexionó. Y, con una última mirada hacia el horizonte nublado, añadió lo que podría ser el lema oficial de Paiporta: “Necesitamos acción, no adornos.”
Así, con Mercedes y sus vecinos, Paiporta se levanta no con discursos, sino con manos embarradas y el verdadero aplauso: el de las palas golpeando el lodo y el esfuerzo de cada vecino que sabe que, al final, el barro se limpia con trabajo, no con escoltas.