¡Atención! ¡Paren las rotativas! O mejor dicho, las cámaras de los móviles, porque parece que la política española ha dado un salto cuántico. Resulta que el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, ha decidido que ya es hora de resolver la crisis en Venezuela. Sí, sí, han leído bien. Albares, el hombre que ha tenido reuniones tan trascendentales como la de decidir si el menú del Consejo de Ministros lleva más jamón o más tortilla, ahora está en misión de paz.
“¿Cómo?”, se preguntarán algunos ingenuos. Pues fácil: hablando.
Albares, armado con su mejor traje de “soy un hombre serio” y una dosis de paciencia que ni Dalai Lama, ha revelado en un momento de brillante lucidez que ha hablado tanto con el gobierno como con la oposición venezolana. ¿Y cuál es su plan maestro? Pues, ojo al dato, encontrar una “solución negociada” a la crisis. Algo que, obviamente, nadie había intentado antes en la historia moderna. Porque si algo le faltaba al conflicto venezolano, era la varita mágica de un político español al que, entre un café y un croissant, se le ocurrió la idea revolucionaria de negociar.
“Lo importante es que nos escuchen”, habría dicho Albares, mientras buscaba en Google Maps dónde queda exactamente Venezuela.
No es que nadie haya intentado antes la vía del diálogo. De hecho, probablemente hasta la tía María de Maracaibo ya había mandado una carta a Miraflores sugiriendo algo parecido. Pero claro, ahora es diferente. Porque está Albares, y si Albares dice que hay que hablar, pues se habla. Y si eso no funciona, siempre queda la opción de pedirle a Pedro Sánchez que se tome un selfie con Maduro para romper el hielo.
Pero, por si acaso, y dado que en Venezuela a veces se habla un español un tanto peculiar, dicen que el ministro también ha contactado a la Real Academia Española para asegurarse de que ningún “chamo” o “pana” lo confunda durante las conversaciones. No sería la primera vez que un político español se ve perdido en la jerga latinoamericana y acaba pidiendo “papelón con limón” en lugar de imponer sanciones.
“Estamos a punto de hacer historia”, habría comentado Albares en un tono tan serio que asustó al periodista más escéptico de la sala.
Eso sí, algunos malpensados han sugerido que todo esto podría ser un simple pretexto para añadir una nueva línea en su currículum: “Resolví una crisis internacional mientras en España nos peleábamos por el precio de la luz”. Pero Albares no se inmuta. Está dispuesto a hablar con quien haga falta, incluso si eso implica escuchar de nuevo la retahíla de insultos entre los chavistas y la oposición. Todo sea por la paz mundial… y por unos minutos más de tiempo en los informativos.
En resumen, la política española ha dado un giro espectacular: si creían que todo se limitaba a debates eternos en el Congreso, prepárense, porque ahora resulta que nuestros políticos también se dedican a salvar el mundo. ¿El próximo paso? Albares mediando entre Batman y el Joker. Todo puede ser, con tal de llenar titulares.