En el fascinante universo de la política española, donde la coherencia es un bien escaso, los presidentes de Andalucía y Galicia, Juan Manuel Moreno Bonilla y Alfonso Rueda, han decidido marcar distancias con su colega del PP, el valenciano Carlos Mazón, en el siempre polémico tema del cambio climático. O, al menos, eso han intentado.
Durante un encuentro entre ambas comunidades, Moreno y Rueda se pronunciaron sobre la crisis climática, asegurando que sí, el cambio climático existe y hay que hacer algo al respecto. Claro que ese “algo” tiene que hacerse “de la mano de los sectores económicos afectados” y a un ritmo “adecuado”, es decir, sin que a nadie le duela demasiado el bolsillo. Porque combatir el cambio climático está bien, pero que se note poco.
Estas declaraciones llegan justo después de que Mazón pactara con Vox unos presupuestos que incluyen un discurso abiertamente contrario al Pacto Verde europeo. Un pacto que, por cierto, el PP europeo apoyó en su momento, pero que ahora parece empezar a darles alergia. Santiago Abascal, siempre dispuesto a echar leña al fuego, aplaudió la postura de Mazón, asegurando que “esa es la dirección correcta”.
Moreno y Rueda han evitado criticar abiertamente a su compañero de partido. Faltaría más. “Mazón toma decisiones en su ámbito territorial”, ha dicho Moreno, lo que en lenguaje político significa: “Allá él”. Sin embargo, entre líneas, han querido marcar su propia postura: creen en el cambio climático, pero sin “dogmatismos”.
“Yo atiendo a los científicos”, ha asegurado Moreno, como si eso fuera una revelación. Eso sí, también ha dejado claro que hay que ralentizar la transición ecológica porque “los sectores afectados” necesitan tiempo y, sobre todo, financiación. Traducción: el cambio climático es importante, pero que la factura la pague otro.
Rueda, por su parte, ha sido un poco más claro: “No estoy de acuerdo con los postulados de Vox sobre el cambio climático”. Eso sí, de romper pactos o marcar distancias reales, ni hablar. Porque, aunque hoy renieguen del negacionismo climático, en otros momentos no han tenido problema en apoyarse en Vox cuando les ha convenido.
Porque si hay algo en lo que el PP tiene experiencia, es en los pactos selectivos. Moreno lo sabe bien: cuando ha necesitado a Vox, ha pactado con ellos sin dudarlo. Así llegó a la Junta de Andalucía y así se aprobaron los presupuestos en Sevilla, con concesiones a la ultraderecha en derechos de las mujeres y derechos humanos. Pero cuando no necesita su apoyo, se presenta como la cara moderada del partido.
Mientras tanto, Mazón sigue con su discurso contra el Pacto Verde, asegurando que las infraestructuras hidráulicas “no pueden estar condicionadas por criterios medioambientales extremos”. Es decir, que cuidar el planeta está bien, pero no si se interpone en la agenda política del momento.
Moreno, para no perder la costumbre, también ha aprovechado para lanzar su habitual ataque al PSOE, criticando sus pactos con Junts y defendiendo el bipartidismo como si estuviéramos en los años 90. Según él, el problema no es pactar con Vox, sino que Sánchez pacte con “radicales”. Y así, entre discursos cruzados, pactos según convenga y cambios de opinión según sople el viento, el PP sigue jugando al equilibrista climático.