Los ministros de Economía y Trabajo protagonizan un nuevo capítulo en el culebrón político del año, dejando en el aire la tan discutida reducción de la jornada laboral. Tras más de una hora de reunión, el resultado ha sido un empate técnico que ambas partes describen como “constructivo” y “cordial”, aunque cada uno se reserva sus matices.
Yolanda Díaz, desde la cartera de Trabajo, mantiene su firmeza en la necesidad de una tramitación urgente para implementar la jornada de 37,5 horas semanales en 2025. Con un tono de urgencia que recuerda a los anuncios de último minuto en las rebajas, Díaz subraya que cualquier retraso sería un incumplimiento del acuerdo de coalición y del pacto con los sindicatos. Para ella, la reforma no puede esperar más.
Por otro lado, Carlos Cuerpo, ministro de Economía, se muestra más cauto, argumentando que las empresas necesitan un margen de adaptación mayor. Su propuesta de extender la implementación hasta 2026 suena más a “piano piano, si va lontano”, con la intención de evitar el caos en el sector empresarial. Desde su punto de vista, la paciencia es una virtud que el mundo laboral debería practicar un poco más.
La reunión terminó con el clásico “seguiremos negociando”, ese mantra que en política significa que el acuerdo aún está lejos, pero que al menos ambas partes no han salido lanzándose carpetas por la cabeza. En este caso, “constructivo” y “cordial” parecen ser los sinónimos de “no nos matamos, pero tampoco nos entendimos”.
Díaz, siempre rápida en tomar la iniciativa, no pierde el tiempo y planea una “ruta” por varias ciudades para explicar a la ciudadanía los beneficios de la reducción de la jornada laboral, una especie de gira promocional para ganar el favor del público. Mientras tanto, en Economía, prefieren un enfoque más pausado, dejando que los argumentos reposen como buen vino.
En el ala socialista, se mantiene la esperanza de un consenso parlamentario que, a día de hoy, parece más difícil de alcanzar que un eclipse solar en día de tormenta. Aunque reiteran su compromiso con la reforma, la flexibilidad es su carta favorita, tanto para las empresas como para el calendario legislativo.
Así, el duelo entre Díaz y Cuerpo promete nuevos episodios. El público, por su parte, observa con expectación, como quien sigue una serie que se resiste a dar un final claro, con la esperanza de que, en algún momento, los protagonistas encuentren el camino hacia un acuerdo.