El Consejo de Ministros ha aprobado este martes de forma definitiva la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, una de las grandes apuestas del Ministerio de Trabajo. El texto, que ahora inicia su tramitación parlamentaria, llega con el respaldo de los principales sindicatos y con modificaciones técnicas que recogen recomendaciones de órganos consultivos. Pero también con un primer escollo político: Junts ya ha anunciado una enmienda a la totalidad.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha defendido con firmeza la medida en la rueda de prensa posterior al Consejo, asegurando que “nadie se atreve a decir públicamente que está en contra”. Según Díaz, quienes critican la norma lo hacen “buscando subterfugios”, lo que, en su opinión, demuestra que la reducción de la jornada “está ganada en la calle”.
El texto definitivo mantiene el espíritu del acuerdo alcanzado entre Trabajo, CCOO y UGT a finales de 2024, con algunos cambios técnicos. Entre ellos, destaca la extensión del periodo de adaptación hasta el 31 de diciembre de 2025 para todas las empresas, incluso aquellas sin convenio colectivo, una demanda del Consejo Económico y Social (CES).
Además, se ha incorporado la obligación de registrar la jornada laboral de las trabajadoras del hogar, una de las recomendaciones más celebradas del informe del CES.
Pero la batalla no ha hecho más que empezar. Junts, que alega defender los intereses de las pequeñas empresas catalanas, ha registrado una enmienda de devolución. Díaz se ha mostrado abierta al diálogo: “Dicen que quieren acompañamiento claro para las pymes, y yo he dicho que hay margen para la negociación”.
También ha lanzado un mensaje al PP y a Alberto Núñez Feijóo, preguntándole directamente si piensa maniobrar en contra de la medida:
“¿Va a tumbar la reducción de la jornada laboral, señor Feijóo?”
Con este escenario, la tramitación parlamentaria se perfila tensa pero clave, no solo para el futuro de la medida, sino como termómetro del apoyo real a una propuesta que Díaz quiere convertir en emblema social y político.