El boom de destinos vacacionales en redes sociales: ¿Beneficio o desastre?

Las redes sociales se han convertido en un prisma a través del cual observamos el mundo, y no hay mejor ejemplo que el auge de destinos turísticos promovidos en estas plataformas. Pero, ¿qué pasa cuando el paraíso prometido se convierte en una pesadilla abarrotada de turistas?

Mientras deslizas tu dedo por la pantalla del móvil, tus redes sociales te bombardean con las mejores playas de España, rutas imperdibles en los Picos de Europa y rincones secretos de Madrid. Y si bien estos lugares pueden ser espectaculares, el efecto multiplicador de las redes sociales está llevando a muchos a la saturación. ¿El resultado? Calas de Mallorca donde no puedes poner tu toalla, o la playa de Las Catedrales en Lugo, convertida en pasarela para selfies.

Los tiktokers e instagramers han popularizado ciertos destinos hasta el punto de alterar su esencia. La coordinadora anticapitalista de Manacor ha tenido que recurrir a tácticas extremas como carteles falsos de “cala cerrada” o “peligro de medusas” para ahuyentar a los turistas.

No se trata solo de España. Los campos de arroz en Bali, los espejismos de templos reflejados y las ventanitas de Florencia se han transformado en escenografías para la perfecta foto de viaje. Sin embargo, este tipo de turismo desenfrenado conduce a una pérdida de la biodiversidad, como es el caso del río Chíllar en Nerja.

Quizás es hora de replantearse la forma en que compartimos y consumimos información sobre viajes en las redes sociales. Porque al final, los verdaderos paraísos son aquellos que permanecen sin descubrir.

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