El gran apagón: desaparece súbitamente el 60% de la energía y el sistema eléctrico colapsa en España y Portugal
Este lunes, a las 12:33 del mediodía, España vivió uno de los peores apagones eléctricos de su historia reciente. Según fuentes del Gobierno, durante cinco segundos “desaparecieron súbitamente” 15 gigavatios de potencia de la red eléctrica peninsular —el 60% de la demanda en ese momento—, lo que provocó un colapso en cascada que dejó sin suministro a dos tercios del país y afectó también a Portugal.
La situación, calificada oficialmente como una “anomalía”, provocó un fallo total del sistema eléctrico peninsular, según datos de Red Eléctrica. El fenómeno estuvo acompañado por una fuerte oscilación del flujo de potencia y una importante pérdida de generación que desencadenó la desconexión de España del sistema eléctrico europeo, aislando completamente la red del resto del continente.
La pérdida del enlace con Francia agravó aún más el desequilibrio entre generación y demanda, lo que causó una caída generalizada de tensión en los puntos de suministro. Este tipo de fallo sistémico es extremadamente raro y evidencia la fragilidad de las infraestructuras energéticas en situaciones de desequilibrio súbito.
A última hora del lunes, el 62% de las subestaciones (unas 421) ya estaban restablecidas, y se había recuperado cerca del 43% de la demanda energética. Sin embargo, el proceso de recuperación sigue siendo complejo, dinámico y lento. Según Eduardo Prieto, director de Servicios a la Operación de Red Eléctrica, aún podrían pasar horas hasta recuperar la normalidad completa.
El Gobierno ha evitado hacer especulaciones sobre el origen del incidente, aunque continúa investigando las causas. El apagón ha puesto sobre la mesa preguntas urgentes sobre la resiliencia del sistema eléctrico y los riesgos que entraña la alta dependencia de interconexiones internacionales.
Mientras tanto, millones de ciudadanos han sufrido las consecuencias: cortes de luz, caída de servicios, colapso en redes móviles, tráfico sin semáforos y parálisis en hospitales, transporte y comunicaciones. Una jornada que pasará a la historia como un oscuro recordatorio de la vulnerabilidad tecnológica de nuestras sociedades.
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