El Congreso de los Diputados, ese lugar donde todo es previsible salvo cuando no lo es, ha decidido que lo que realmente preocupa a los españoles no es la subida de los alquileres, la falta de vivienda asequible o las hipotecas imposibles, sino los okupas. Y como los superhéroes del Congreso nunca descansan, PP, PSOE y Junts han unido sus capas para darle un impulso a la ley de desalojo exprés en 48 horas. Sí, han leído bien: en menos tiempo del que se tarda en conseguir cita en la Seguridad Social, un okupa puede estar con sus maletas en la calle.
La propuesta, obra de Junts, ha sido acogida con los brazos abiertos por populares y socialistas. En un giro argumental digno de una telenovela política, los mismos que ayer se lanzaban dardos en el hemiciclo hoy se dan la mano para combatir la “invasión” okupa. Porque, según los posconvergentes, la situación en Catalunya es insostenible: “2,5 casas de cada mil son okupadas cada año”. ¿Un drama nacional o una estadística más? Depende de a quién se le pregunte.
Mientras tanto, la izquierda del bloque de investidura se ha llevado las manos a la cabeza y ha acusado a Junts de inflar el problema con fines políticos. Según los datos de los Mossos d’Esquadra, el 98% de las viviendas okupadas son pisos vacíos, lo que hace pensar que la verdadera crisis no es la okupación, sino la especulación. Pero, claro, es más fácil vender el relato del okupa que del fondo buitre.
En la bancada socialista, el PSOE ha vuelto a hacer lo que mejor sabe: decir una cosa y votar otra. Aunque Pedro Hita, diputado socialista, ha admitido que “los datos no corroboran” la visión de Junts, su partido ha dado su bendición para que la tramitación siga adelante. Eso sí, con la promesa de que ya presentarán enmiendas. ¿Habrá cambios o será otro brindis al sol?
Por su parte, el PP no ha disimulado su entusiasmo. Cristina Agüera, diputada popular, ha asegurado que “en ningún otro país de Europa los okupas tienen más derechos que los propietarios”. ¿Fuentes? No han sido citadas, pero si lo dice el PP, algo de verdad tendrá. O no.
Ahora, la ley entra en el largo y tedioso proceso de enmiendas, donde puede pasar de todo… o de nada. Mientras tanto, en el Senado ya está encallada otra “ley antiokupas”, impulsada por el PP, que no ha terminado de arrancar. Pero no importa: el mensaje ya ha calado. La inseguridad vende. Y si la realidad no acompaña, siempre se puede moldear un poco.