Feijóo contra el fiscal general: de opositor a juez, jurado y verdugo

Alberto Núñez Feijóo ha decidido que la separación de poderes está sobrevalorada y ha asumido un nuevo rol en la política española: el de fiscal, juez y verdugo. Desde la tribuna y los micrófonos de la radio, el líder del PP ha lanzado una sentencia inapelable contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, acusándolo de borrar pruebas y actuar como “un delincuente común”.

La acusación llega después de que un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil confirmara que García Ortiz eliminó mensajes de WhatsApp el mismo día en que el Tribunal Supremo abrió una causa contra él por revelación de secretos. Para Feijóo, esto es prueba suficiente de culpabilidad, aunque el informe también deja claro que el fiscal no habló con periodistas la noche de la supuesta filtración. Pero claro, cuando uno ya ha decidido el final de la película, los detalles argumentales sobran.

Desde la oposición, el PP ha adoptado una estrategia que mezcla el guion de un thriller político con una buena dosis de telenovela de tarde. Feijóo ha convertido su discurso en una sucesión de frases lapidarias, como su ya célebre “¿tenemos un Gobierno o una unidad de borrado de presuntos delitos?”. Toda una declaración de principios… de alguien que, casualmente, milita en el partido que hizo trending topic el famoso “se ha destruido el disco duro por un uso exhaustivo de la trituradora”.

Pero no todo va a ser persecución judicial, que en el PP también hay espacio para la economía. Por eso, el líder popular ha aprovechado su arenga para anunciar que su partido presentará “una alternativa al infierno fiscal” en las próximas semanas. No ha dado detalles, pero conociendo la doctrina económica del PP, es probable que implique rebajas de impuestos para los que ya pagan menos y recortes en los servicios de los que dependen los que pagan más.

Más allá del teatro político, lo que queda claro es que la estrategia de Feijóo es sencilla: cuanto más ruido, mejor. Mientras la corrupción sigue siendo un problema en España, la oposición prefiere centrarse en hacer titulares grandilocuentes.

De momento, el líder del PP sigue en su papel de justiciero implacable, aunque la historia nos ha enseñado que en la política española los giros de guion son inevitables. Y quién sabe, quizá el próximo informe de la UCO tenga algo que decir sobre otros nombres y otras prácticas. Hasta entonces, seguiremos disfrutando del espectáculo.

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