La Comunidad de Madrid ha decidido que los mayores no necesitan entornos acogedores ni cuidados personalizados. Lo que realmente necesitan es eficiencia, economía de escala y un poco de paciencia. Con esa filosofía, Isabel Díaz Ayuso ha anunciado la construcción de una nueva residencia para mayores con un modelo rompedor: más plazas, menos personal y la garantía de que, pase lo que pase, el beneficio empresarial está asegurado.
El nuevo centro, que se ubicará en el barrio de Las Rosas, en San Blas, contará con 150 plazas, superando ampliamente los límites recomendados por los expertos en dependencia. Después de que la pandemia pusiera en evidencia las deficiencias del sistema y de que se acordaran medidas para mejorar la atención, Madrid ha decidido ignorarlas y aplicar su propio criterio. Porque si algo ha quedado claro en los últimos años es que la Comunidad de Madrid no sigue tendencias, las crea.
El Ministerio de Derechos Sociales había establecido un marco para garantizar un trato más humano a los mayores, con residencias de un máximo de 75 plazas y ratios de personal adecuados. Pero en Madrid han entendido el problema de otra manera: si hay listas de espera en las residencias, la solución es hacerlas más grandes. Si falta personal, la respuesta es reducir la plantilla. Y si hay críticas, nada que un buen eslogan y una comparecencia llena de convicción no puedan arreglar.
Para garantizar la viabilidad del proyecto, la Comunidad ha optado por el modelo de colaboración público-privada, lo que en lenguaje administrativo significa que la gestión recaerá en empresas que sabrán encontrar el equilibrio perfecto entre rentabilidad y atención… o al menos entre rentabilidad y algo que se le parezca.
Las asociaciones de familiares han manifestado su preocupación, pero en la Puerta del Sol tienen otras prioridades. ¿Por qué conformarse con residencias pequeñas cuando se pueden construir auténticos complejos de convivencia donde los mayores podrán disfrutar de un ambiente inigualable de colas, esperas y sensación de anonimato? Los críticos dirán que este modelo es impersonal, pero nadie puede negar que es innovador.
La decisión del Gobierno madrileño no ha pasado desapercibida y la oposición ha señalado que este tipo de centros solo perpetúan un modelo obsoleto. “Ayuso convierte las residencias en fábricas de ancianos donde la prioridad es el negocio”, han señalado desde el PSOE. Pero la presidenta ya ha demostrado en numerosas ocasiones que no le afectan las críticas, especialmente cuando vienen de quienes no entienden su visión de futuro.
Si este modelo triunfa, las posibilidades son infinitas. Quizás en unos años veamos residencias aún más grandes, con espacios multifuncionales donde los residentes puedan sentirse como en casa, siempre que su casa haya sido un centro comercial en hora punta. Mientras tanto, la Comunidad sigue apostando por la eficiencia, la productividad y el negocio. Porque si algo ha enseñado Madrid, es que lo importante no es cómo se vive, sino cuánto se factura.