Carlos Mazón pensó que lo peor de su carrera había pasado. Pero la corrupción, como el buen vino, solo mejora con los años. Ahora que la gestión de la DANA lo tiene contra las cuerdas, los fantasmas de su etapa en la Diputación de Alicante vuelven a hacerle compañía.
Porque sí, el president de la Generalitat no solo ha sido el alumno aventajado de Zaplana, sino que parece haber hecho un máster en contratos sospechosos, adjudicaciones a dedo y cenas “sin pagar”. Desde su paso por el PP en Catral (un pueblo que le es tan familiar como la honestidad en su partido), hasta su afición por los ágapes bien financiados, la historia de Mazón es un desfile de irregularidades que, curiosamente, nunca terminan en condena.
La Fiscalía Anticorrupción ha abierto diligencias para investigar cómo la Diputación de Alicante adjudicó más de dos millones de euros en publicidad institucional a una UTE donde, casualmente, aparece su amigo empresario Miguel Quintanilla. Este mismo amigo ha sido beneficiado también en la campaña de publicidad de la Generalitat sobre la DANA.
Pero Mazón no solo es un experto en contratos opacos. También tiene un doctorado en cenas impagadas. En 2009, organizó una cena para 2.500 personas en la Institución Ferial Alicantina, por 8.359 euros, que el PP solo pagó cuando la justicia se lo reclamó… más de una década después. Un “simpa” a la altura de su trayectoria.
Durante su etapa en la Diputación, el grupo del PP recibía subvenciones que, en vez de gastarse con transparencia, acababan transferidas a una cuenta en Murcia. Sin facturas acreditativas, sin fiscalización, y con un total de medio millón de euros entre 2015 y 2019. La práctica solo se detuvo cuando saltó el escándalo. Qué sorpresa.
Por si esto fuera poco, la oposición denuncia que los contratos de emergencia por la DANA están rescatando a empresas con vínculos con la Gürtel y otros casos de corrupción del PP valenciano. Porque en tiempos de crisis, nada como volver a llamar a los “amigos de siempre”.
Al final, la historia de Mazón es la de un político que, como buen discípulo de Zaplana, ha sabido moverse en las aguas turbulentas de la corrupción sin mojarse demasiado. Pero con tantos fantasmas llamando a la puerta, la pregunta es: ¿cuánto tiempo más podrá esquivar la justicia?