Si la política fuese un reality show, el distanciamiento entre Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo sería el cliffhanger perfecto para mantenernos enganchados. De ser el ‘tándem gallego-andaluz’ que prometía liderar un PP renovado, Moreno Bonilla ha decidido salir de ese guion y ha dejado a Feijóo en el papel del ‘malo’ que endurece el discurso mientras él busca brillar con luz propia, cual estrella emergente en el firmamento político.
Los barones del PP, siempre atentos a cualquier chispa que pueda prender fuego al partido, no tardaron en criticar al presidente andaluz. Le acusan de haberse “descolgado” y de mostrar un ansia de superioridad que recuerda al Feijóo de antaño, ese Feijóo que, en un pasado no tan lejano, era el ejemplo de moderación y la voz sensata frente al ruido madrileño. Pero, oh, cómo han cambiado las cosas. Ahora, Feijóo se alinea más con Ayuso, su compañera de trincheras en Madrid, mientras Moreno navega por un camino propio, alejado del endurecimiento discursivo de Génova.
El punto de quiebre más reciente fue el aniversario de la muerte de Franco. Mientras Feijóo y Ayuso, con sus críticas al Gobierno, parecían añorar los viejos tiempos del “cuanto peor, mejor”, Moreno Bonilla se atrevió a decir que sí, que había motivos para celebrar el fin del dictador. Esta divergencia fue una bofetada sutil pero efectiva, que dejó claro que el presidente andaluz no piensa seguir ciegamente la partitura escrita por Génova.
Y si hablamos de inmigración, otro capítulo jugoso de esta telenovela política, Moreno Bonilla volvió a separarse de su jefe de filas. Mientras Feijóo vinculaba inmigración con inseguridad, Moreno alzó la voz para decir que él no participaría en esa cacería del inmigrante. Un gesto que seguramente le ganó algunos aplausos, pero también le valió miradas de reproche entre sus correligionarios.
Pero lo que realmente ha escocido en las filas populares fue su papel tras la DANA en València. Moreno no solo gestionó bien, sino que además se permitió corregir a Carlos Mazón y eclipsar el relato catastrofista que Feijóo intentaba vender. Un movimiento que en un partido donde la imagen lo es todo, se sintió como un desplante directo.
Con todo esto, el distanciamiento entre Feijóo y Moreno es ya más que evidente, y muchos en el PP apuntan a que el gallego está más cerca de Ayuso que de su colega andaluz. La política, como la vida, da muchas vueltas, y el Feijóo que prometía moderación ahora se ha endurecido para contentar al ala más reaccionaria del partido. Y mientras tanto, Moreno Bonilla sigue a lo suyo, demostrando que no necesita a Génova para brillar.