El fin de semana pasado fue intenso para las formaciones de la izquierda alternativa. Mientras Izquierda Unida apostaba por la unidad de la izquierda, Podemos parece tener otras prioridades: la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. En plena Universidad de Otoño de Podemos, Ione Belarra, secretaria general del partido, dejó claro que su objetivo no es una “gran coalición”, sino ejercer su influencia para presionar al Gobierno de Pedro Sánchez. Y cuando decimos “presionar”, lo decimos en serio: entre las exigencias de Podemos están romper relaciones con Israel y la intervención de los precios del alquiler.
Antonio Maíllo, líder de IU, no está muy de acuerdo con que estas demandas dominen la conversación, recordando que “un proyecto de país no puede estar condicionado por ojerizas personales”. Mientras IU trata de generar un frente común, Podemos parece tener claro que lo importante ahora es conseguir todo el jugo posible en la negociación presupuestaria. Pablo Iglesias, fiel a su estilo, no perdió la oportunidad de dejar caer que antes de hablar de “unidad”, la izquierda debe aclarar con quién está: ¿del lado del poder o contra él?
La postura de IU es clara: la unidad se construye en lo concreto, en los temas programáticos. Maíllo mencionó que su formación siempre ha defendido las medidas que Podemos ahora exige, pero también subrayó que lo que suele frenar estas confluencias son los problemas personales, no las diferencias de fondo.
Por su parte, Podemos sigue jugando sus cartas, dejando claro que, al menos por ahora, la verdadera batalla se libra en el terreno de los Presupuestos. ¿Será esta una historia de oportunidades perdidas para una izquierda unida? Eso queda por ver, pero mientras tanto, los partidos de izquierda parecen más interesados en diferenciarse que en confluir.