La política española ha dado un giro inesperado esta semana, como si fuera una nueva temporada de una serie de intriga. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha anunciado que la semana que viene se aprobará la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales. Claro, eso si la telenovela del Consejo de Ministros sigue el guion. Pero claro, como en toda buena trama, el verdadero drama está en las disputas entre el Ministerio de Economía y el Ministerio de Trabajo, dirigido por Yolanda Díaz. Porque, en la política española, no hay nada más emocionante que ver dos ministerios pelear por las fechas en las que se pondrá en marcha la medida.
Según el propio Cuerpo, el proceso está “clarísimo” (aunque por lo visto, el calendario no lo está tanto). Después de una reunión en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos (CDGAE), y un par de subsecretarios que se darán la mano, la medida llegará al Consejo de Ministros. Pero, ¿cuándo exactamente? Eso está por ver. De hecho, podría ser la próxima semana, podría ser el mes que viene… O, como en toda buena historia política, podría no ser nunca.
Y mientras tanto, el Ministro Cuerpo ha dejado claro que todo es “para que sea una realidad lo antes posible”, con el objetivo de “ayudar a nuestras empresas con garantías”. Ya, claro, porque una jornada laboral más corta ayudará a las empresas a hacer más dinero en menos tiempo.
La trama se complica cuando aparece Yolanda Díaz, que, por supuesto, no está tan entusiasmada con la idea de la reducción de jornada, pero sí con la oportunidad de arremeter contra la patronal española, que ha rechazado la medida. “La patronal no es ajena a los españoles”, ha dicho Díaz, mientras acusa a los empresarios de no estar a la altura de las expectativas de la sociedad. Un golpe directo a la cara de los poderosos de la CEOE, quienes, por su parte, ya han insinuado que esta medida podría acabar en el Tribunal Constitucional. Todo esto, mientras los partidos políticos, como Junts, se frotan las manos, sin saber si realmente apoyarán la medida cuando llegue al Congreso. La emoción está servida.
Así que, ¿veremos una jornada laboral de 37,5 horas en el futuro cercano? Quizá, si todo se resuelve sin más peleas ni “retrasos estratégicos”. Pero, como en cualquier buen guion político, nunca se sabe cómo acabará la trama.