Trump, aranceles y estanflación: la fórmula perfecta para una montaña rusa económica

La magia del ‘Make America Great Again’ parece estar enfrentando su prueba de fuego. Apenas unos meses después de su regreso triunfal a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a hacer de las suyas con una estrategia económica que, para algunos, roza la genialidad y, para otros, tiene la misma estabilidad que un castillo de naipes en un huracán. La receta es sencilla: subir aranceles, reducir impuestos y confiar en que la economía se mantenga en pie por pura fuerza de voluntad. ¿El resultado? Una economía que, según los expertos, empieza a mostrar síntomas preocupantes de estanflación.

Para los no versados en términos económicos, la estanflación es esa incómoda combinación de bajo crecimiento y alta inflación que trae consigo la sensación de estar en un atasco sin salida. Y justo ahí es donde parece dirigirse la economía estadounidense tras la nueva oleada de medidas proteccionistas de Trump.

El plan es claro: imponer aranceles agresivos a prácticamente cualquier cosa que cruce la frontera, desde productos chinos hasta el jarabe de arce canadiense. Todo esto con la esperanza de impulsar la producción nacional y demostrar que Estados Unidos puede bastarse a sí mismo. Sin embargo, la realidad es más compleja: la industria manufacturera ya está sintiendo el golpe, las empresas empiezan a reducir inversiones y los consumidores ven cómo sus bolsillos adelgazan a medida que los precios suben.

Incluso figuras de renombre como el Premio Nobel Paul Krugman han mostrado su escepticismo. Para él, el problema no es solo la política arancelaria, sino la lógica detrás de ella. “Había pleno empleo, la inflación estaba controlada y los salarios crecían. Entonces, ¿por qué los votantes decidieron que lo mejor era cambiarlo todo?”, se pregunta Krugman.

Pero Trump no está solo en esta cruzada. Detrás de su estrategia se encuentra un elenco de asesores con ideas revolucionarias (o descabelladas, según a quién se le pregunte), entre ellos el siempre polémico Elon Musk. La idea de que la economía puede arreglarse a golpe de tuit y con un poco de ingeniería fiscal está en pleno desarrollo, aunque los primeros signos de desaceleración empiezan a poner en duda su eficacia.

Las bolsas, que en un primer momento aplaudieron la vuelta de Trump con euforia, ahora empiezan a mostrar signos de inquietud. La promesa de un crecimiento económico sin precedentes se está topando con la dura realidad de que el dinero no crece en los árboles y que, en el mundo globalizado, aislarse comercialmente puede ser una apuesta arriesgada.

Mientras tanto, los consumidores ya están notando los efectos en sus compras diarias. Desde las tiendas de Nueva York hasta los supermercados de Texas, los precios están en alza y la confianza en la economía comienza a tambalearse. ¿Podrá la Reserva Federal maniobrar para evitar un desastre mayor? ¿O estaremos ante una nueva crisis fabricada a base de proteccionismo y políticas económicas heterodoxas?

 

Lo que está claro es que la administración Trump no tiene intención de cambiar de rumbo. En un mundo donde la política y la economía están más entrelazadas que nunca, el futuro de Estados Unidos dependerá de si esta apuesta económica resulta ser una jugada maestra o un error histórico. Por ahora, solo queda esperar y ver si la montaña rusa económica del MAGA consigue llegar a la meta sin descarrilar.

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