En un giro inesperado y sin previo aviso, miles de empleados federales del Gobierno de Estados Unidos se enteraron de su despido a través de un simple correo electrónico. La medida, impulsada por el presidente Donald Trump y su aliado Elon Musk, ha dejado a la capital estadounidense en estado de shock. Con un mensaje frío y directo enviado en un sábado por la noche o en pleno puente festivo, muchos trabajadores descubrieron de la peor manera que ya no formaban parte de la administración pública.
Desde que Trump regresó a la Casa Blanca el 20 de enero y Musk asumió el control del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), el empleo en Washington se ha desplomado. La decisión de “desmantelar la burocracia”, reducir regulaciones y recortar gastos, una promesa de campaña del magnate, se ha traducido en miles de despidos masivos que han afectado a diversas agencias federales, generando un clima de incertidumbre y tensión en la ciudad.
Las cifras hablan por sí solas: en las últimas semanas, casi 4.000 personas han solicitado ayudas por desempleo en la capital estadounidense, según datos del Departamento de Trabajo. Y el ritmo de despidos no hace más que aumentar: mientras que en la semana de la investidura presidencial se registraron 768 solicitudes de paro, en la segunda semana de febrero la cifra ya ascendía a 1.695.
El golpe ha sido especialmente duro para empleados que llevaban poco tiempo en sus puestos y aún se encontraban en periodo de prueba, aunque también ha afectado a profesionales con años de experiencia en el sector público. Muchos de ellos ni siquiera tuvieron oportunidad de recoger sus pertenencias o cerrar sus proyectos antes de ser bloqueados de los sistemas y perder el acceso a sus oficinas.
“Me enteré por correo. Oí rumores de que se estaban enviando emails de despido y, como tenía el ordenador, me conecté y lo vi. Llamé a mis supervisores y me dijeron que no sabían que esto iba a pasar. Estamos todos en shock”, relata una trabajadora de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que ha preferido no revelar su identidad. Según le informaron, estará “de baja administrativa hasta el 14 de marzo”, aunque le han solicitado que devuelva su equipo de trabajo de inmediato, lo que le hace sospechar que no será readmitida.
Otro de los afectados, que trabajaba en una agencia del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos, cuenta que en su carta de despido se mencionaban “problemas de rendimiento” como causa de su cese. Sin embargo, él asegura que había recibido evaluaciones positivas de sus supervisores, lo que ha levantado sospechas de que los despidos son arbitrarios y parte de una estrategia mayor de desmantelamiento del Estado.
Sindicatos y organizaciones de empleados públicos han reaccionado con indignación ante esta ola de ceses, interponiendo demandas contra la administración de Trump por lo que consideran despidos ilegales y exigiendo la reincorporación inmediata de los afectados. La manera en que se han llevado a cabo los despidos, sin previo aviso ni procedimientos administrativos adecuados, ha suscitado un profundo rechazo en sectores políticos y laborales.
“Están despidiendo a funcionarios que son quienes protegen lo público. La ciencia aporta beneficios a la gente, mejora la salud, la economía, la innovación… Esto es lo que hace grande a EE.UU.”, lamenta la extrabajadora de la FDA. Su preocupación es compartida por otros empleados federales, quienes temen que el objetivo real de estos despidos no sea la eficiencia, sino el debilitamiento de agencias clave para la regulación y supervisión de sectores estratégicos.
Lejos de calmar las aguas, Elon Musk, ahora a cargo del DOGE, ha lanzado una nueva advertencia a los empleados federales que aún conservan sus puestos. Durante el fin de semana, envió un correo exigiendo que resumieran sus tareas realizadas en la última semana en un informe detallado. “Si no responden, consideraremos su silencio como una renuncia”, sentenció. La amenaza ha sumado más incertidumbre a un ambiente ya de por sí tenso, donde muchos trabajadores temen ser los siguientes en la lista de despidos.
En este clima de incertidumbre, Washington se enfrenta a una crisis sin precedentes. La ola de ceses no solo está afectando a los empleados despedidos, sino que también está generando un clima de inestabilidad en la administración pública. Mientras los sindicatos luchan en los tribunales y los trabajadores intentan reubicarse en otros sectores, el Gobierno de Trump sigue adelante con su agenda de recortes, sin dar señales de dar marcha atrás en su política de reducción del Estado.